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文檔簡介
1、ELISABETH KBLER-ROSSLOS NIOS Y LA MUERTELucirnaga OCANOA Kenneth, Manny y Barbara, que me ensearon a ser madre.Dedico este libro tambin a los padres y nios que tan generosamente compartieron conmigo su amor y su dolor, sus esperanzas y sus desilusiones.Quiero expresar asimismo mi profundo agradecimi
2、ento a los miles de padres, abuelos y hermanos que me hicieron partcipe de sus sentimientos cuando un nio padeca una enfermedad terminal, tras un suicidio o despus de encontrar el cuerpo de un nio asesinado. Cada uno de ellos sobrellev la carga de distinta forma, y ahora comparten la tristeza de la
3、prdida de un nio y rehacen su vida con compasin, comprensin y una mayor capacidad para amar.Espero que este libro ayude a vivir con ms plenitud y apreciar ms la vida, mientras podamos compartirla juntos.El ser humano forma parte, con una limitacin en el tiempo y el espacio, de un todo que llamamos u
4、niverso. Piensa y siente por s mismo, como si estuviera separado del resto; es como una ilusin ptica de la conciencia. Esa ilusin es una crcel que nos circunscribe a las decisiones personales y al afecto hacia las personas ms cercanas. Hay que traspasar sus muros y ampliar ese crculo para abrazar a
5、todos los seres vivos y ala naturaleza en todo su esplendor.Albert Einstein1Pensamientos.Estoy en la sala de estar, tras pasar una larga semana en Nueva York, en un encuentro con unas ochenta y cinco personas, muchas de las cuales padecan una enfermedad terminal o tenan ante s la miseria y la insens
6、atez de la vida o del suicidio. Otras haban perdido un hijo o a su pareja, y algunas venan para crecer, para apreciar la vida con ms intensidad, o simplemente para cargar las bateras y trabajar mejor con quienes las necesitan.Y desde aqu, sentada delante de la mquina de escribir, veo por el ventanal
7、 azulejos y colibres, un conejillo que cruza el patio, una salamandra que mira hacia la casa, y luego aparece un guila, sobrevolando los rboles del jardn. El paraso debe de ser algo as: rboles y flores en un marco de valles y montaas, con un cielo azul, un lugar apacible y tranquilo que invita a des
8、cansar. Pienso en los indios que recorran esta tierra ydespedan a sus muertos. Oigo sus oraciones al viento y sus lamentos al paso de uno de sus nios.Como si viese una pelcula de aquellos tiempos, imagino la llegada de los colonizadores, de los jvenes durante la fiebre del oro, con sus sueos sobre e
9、l Lejano Oeste, donde esperaban encontrar una tierra para trabajar, tener una familia y ganarse la vida. Veo sus caravanas, avanzando con dificultad; a sus mujeres, abatidas, acaloradas y cansadas; las veo cocinando en una marmita y refugindose de la tormenta. Las veo embarazadas y temiendo el viaje
10、; oigo el llanto del recin nacido, y veo el orgullo y el sudor en la cara del padre que contempla a su primer vstago. Veo cmo la joven pareja cava una fosa en el camino hacia el Oeste y reemprende la lucha para sobrevivir, para empezar de nuevo, una y otra vez. En los ltimos miles de aos apenas ha h
11、abido cambios: los seres humanos siempre han luchado, esperado, soado, triunfado, perdido y vuelto a empezar.En ese momento una mujer entra en mi sala para traerme algunas cosas y, al salir, mira la mquina de escribir y pregunta: Cmo puedes haber escrito siete libros sobre los que se mueren y sobre
12、la muerte?. Y se va, sin esperar mi respuesta. No deja de ser una curiosa pregunta. Las bibliotecas de medicina estn atiborradas de centenares de libros sobre embarazo, parto, nacimientos en casa, nios que nacen muertos, cesreas, alimentacin para las embarazadas, la diferencia entre amamantar y alim
13、entar al recin nacido con productos lcteos del mercado, y sobre todos los aspectos imaginables en torno a la concepcin, al desarrollo del futuro ser humano en el tero y finalmente su alumbramiento.Todos los seres humanos son diferentes, incluso antes de aparecer en escena. Se concibieron en distinta
14、s circunstancias, compartieron diferentes vidas y experiencias en el seno de sus madres, fueron amados o rechazados, se vieron amenazados por un aborto u otros traumatismos, se rez por ellos, fueron escuchados y acariciados con amor, o fueron maldecidos incluso antes de nacer.Y ahora estn aqu para c
15、ompartir el mundo con nosotros. Todos los seres humanos tienen vidas y experiencias distintas, y personas a las que tratar y de las que aprender a lo largo de su vida; y cada encuentro de sus vidas siembra la semilla del maana. Apenas somos conscientes de la infinidad de posibilidades que la vida no
16、s ofrece.Y lo mismo ocurre con la muerte, la culminacin de la vida, el trnsito, la despedida antes de entrar en otro lugar; el fin, antes de otro principio. La muerte es la gran transicin.Al observar, analizar y tratar de aprender y comprender las distintas maneras, los miles de formas en que las ge
17、ntes de todas las edades y culturas realizan esa transicin, se aprecia un milagro tan grande como el nacimiento. O incluso mayor, pues es la puerta de la comprensin de la naturaleza humana, de la lucha y la supervivencia humana y, en ltima instancia, de su evolucin espiritual. Muestra las claves del
18、 porqu y el dnde, y la finalidad ltima de la vida con todos sus sufrimientos y toda su belleza. Es cierto, he escrito siete libros, pero, cuanto ms estudio al ser humano frente a la muerte, ms aprendo sobre la vida y sus recnditos misterios. Quiz los pensadores antiguos ya posean ese conocimiento cu
19、ando, expresndose mediante la pintura, la poesa, la escultura, las palabras, o de cualquier otro modo, dejaban traslucir un concepto de temor, misterio y enigma sobre esa cotidiana compaa a la que con tanto desprecio llamamos muerte.Los que aprenden a conocer la muerte, ms que a temerla y luchar con
20、tra ella, se convierten en nuestros maestros sobre la vida. Hay cientos de nios que saben mucho ms de la muerte que los adultos. Hay adultos que restan importancia a lo que dicen los nios y pasan por alto sus ideas, pues piensan que los nios no comprenden la muerte. Pero quizs un da, al cabo de unos
21、 aos, cuando tengan ante s al ltimo enemigo, recuerden sus enseanzas, y se den cuenta de que esos nios eran sabios maestros, y ellos, alumnos principiantes.En numerosas ocasiones me han solicitado que expusiese mis ideas sobre los nios y la muerte, dado que la mayor parte de lo que he publicado est
22、relacionado con los adultos. Este libro trata de responder a las siguientes preguntas: En qu medida se diferencia la actitud de los nios de la de los adultos ante la ltima fase de la enfermedad? Son conscientes de su inminente muerte, incluso si los padres o sus cuidadores del hospital no les explic
23、an la gravedad de su enfermedad terminal? Cul es el concepto de muerte segn las diferentes edades, y la naturaleza de la tarea que ellos dejan inacabada? Cmo podemos nosotros aportar la ayuda ms eficaz a sus padres, abuelos y hermanos en ese perodo que precede a la separacin? Y cmo podemos reducir e
24、l porcentaje cada vez ms elevado de suicidios infantiles, que constituye una de las ms dolorosas separaciones?He basado este libro en mis diez aos de trabajo con nios de todas las edades, recogiendo en l la experiencia de familiares que han pasado por ese trance, de padres que han perdido uno, dos o
25、 incluso tres hijos, de familias que han perdido un hijo asesinado, a quien no pudieron proteger y que se fue sin un adis.Aprovecho esta oportunidad para agradecer a los que me han permitido ampliar mis conocimientos sobre el tema, al compartir conmigo, en encuentros o por cartas, su tristeza, su do
26、lor y su maduracin y crecimiento de su sabidura.Quiero compartir con el lector el conocimiento interior de esos nios que mueren, para que tambin pueda crecer y comprender la importancia de la voz interior, que es tan necesario escuchar. Estoy convencida de que este aspecto intuitivo, espiritual la v
27、oz interior, que nos habita, nos da el conocimiento, la paz, y nos seala la direccin que debemos seguir en las tormentas de la vida, sin ser destrozados por ellas, sino enteros, unidos en el amor y la comprensin.Gracias por permitirme compartir con vosotros lo que aprendimos de nuestros hijos. 2El c
28、omienzo de la vidaY una mujer que estrechaba una criatura contra su seno dijo: Habanos de los hijos. Y l dijo:Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas del anhelo de la vida misma por perpetuarse.Llegan por medio de vosotros, pero no de vosotros, y, aunque estn con vosotros, no
29、 os pertenecen.Les podis dar vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque ellos tienen los suyos.Podis acoger sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas moran en la casa del maana, que no podis visitar ni siquiera en sueos.Podis esforzaros por ser como ellos, pero no tratis de hacerlos
30、como vosotros.Porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.Sois el arco por el cual vuestros hijos son disparados, como flechas vivientes.El Arquero ve la diana en el camino del infinito, y con su fuerza os doblega para que vuestras flechas vayan raudas y lejanas.Dejad que vuestra tensin en
31、 las manos del Arquero sea una alegra; pues de igual manera ama l la flecha que vuela, como ama tambin el arco que se tensa.Khalil Gibran (El profeta)No todos los nios son esperados con alegra e ilusin, este milagro de una nueva vida, de la creacin de un nuevo ser humano. Mientras escribo esto, quin
32、ce millones de nios padecen hambre; no todos ellos en lejanos continentes que los aparten de nuestras mentes. Hay nios desesperados, hambrientos y necesitados en todo el mundo, en todos los continentes, en todos los pases, en todas las ciudades. El aborto impide el nacimiento de cientos de miles de
33、bebs, pero no soluciona los problemas. Mientras nuestra actitud hacia la vida no cambie y no seamos capaces de comprometernos seriamente con la calidad de vida; mientras no pasemos del dicho al hecho en muchas cosas que predicamos; mientras no cambiemos nuestros conceptos de vida y amor, no se resol
34、vern los problemas de la sociedad.He viajado y trabajado por todo el mundo, y en algunos pases los nios son una parte natural de la vida. A medida que nace un beb tras otro, la familia y la tribu los cuidan, los alimentan y se ocupan de ellos de modo casi colectivo. Siempre hay alguien que se preocu
35、pa por los nios y comparte su tiempo con ellos, alguien que les ensea las cosas prcticas, alguien que les ensea a sobrevivir fsica, emocional y espiritualmente. Los nios se consideran algo positivo; un capital, pues sern ellos quienes algn da velarn para satisfacer las necesidades, la alimentacin y
36、el cuidado de los mayores; desde este punto de vista, los nios confirman as la ley universal de que todas las ventajas deben ser mutuas. Cuantos ms nios tenga una familia o una tribu, ms posibilidades tiene sta de sobrevivir. Los que hoy son nios constituirn maana la generacin de adultos que cuidar
37、de la cosecha, del comercio, del mantenimiento de la comunidad y de la supervivencia de sus habitantes. En la ltima mitad de siglo ha habido considerables transformaciones en el mundo. Con los modernos medios de transporte, con la actual filosofa materialista de la vida y con la substitucin de los a
38、ntiguos valores espirituales por la ciencia y la tecnologa, la vida ha experimentado un gran cambio que afecta principalmente al crecimiento de los nios.Hasta no hace mucho las familias vivan en las mismas comunidades durante generaciones. Todo el mundo conoca al sacerdote o al rabino, al mdico, a l
39、os maestros o al tendero, quienes los llamaban por su nombre. Las mujeres tejan y cosan para confeccionar las primeras ropas de un nio, quien se dara perfecta cuenta de que perteneca a aquella comunidad.Hoy en da, en Estados Unidos la mayora de ciudadanos no se entera de cundo nace un nio en el veci
40、ndario, ni si una mujer que se ausent unos das, tuvo un aborto o ha alumbrado un nio muerto. En la actualidad todo es muy distinto de aquellos tiempos en que las tas y la abuela venan para ayudar a la joven madre cuando tena un hijo. Entonces los hermanos mayores podan contemplar asombrados lo dimin
41、utos que eran los deditos del recin nacido, escuchar su primer llanto, la seal de vida del recin nacido y ver al beb tomar su primer alimento en el pecho de la madre, escenas que se graban en la mente de los nios, y no las olvidan nunca. Son momentos para compartir, aprender, crecer y admirar.Ahora
42、las parejas anteponen en no pocas ocasiones una buena situacin laboral y una seguridad a la posibilidad de tener un hijo. Prefieren ahorrar para una casa antes que atarse por un nio. Quieren libertad para viajar, relacionarse, salir; dicen que quieren vivir la vida y experimentar la libertad antes d
43、e tener hijos. En Estados Unidos se trasladan de una ciudad a otra, cambian de trabajo, y, cuando llega un nio muchas veces inesperado, la pareja no siempre tiene cerca una ayuda familiar, ni una abuela que le teja la ropa al nio, ni unos padres que se ocupen del mantenimiento de la casa, ni un mdic
44、o o una comadrona conocidos, ni nadie que les ofrezca ayuda o cariosos cuidados, ni caras familiares. Hoy en da el nacimiento de un nio implica no pocas veces ayuda pagada, un nuevo mdico, un gran hospital, un parto asistido por el mdico de turno y, con frecuencia, inducido por la conveniencia del s
45、istema. Cuando, hace algunos aos, trabajaba en la sala de partos de un hospital de clase media-alta, casi las tres cuartas partes de los bebs nacan en partos inducidos y no era raro que fueran extrados con frceps, slo para acelerar el proceso y no perder demasiado tiempo (El tiempo es oro!); sera le
46、nto esperar un parto natural y consciente. Eran contados los bebs que nacan con un sano color rosado; la mayora estaban amoratados. Se sedaba a las madres, hasta el punto de que no eran conscientes del milagro en el que acababan de participar. Muchas veces, horas ms tarde, me preguntaban, adormecida
47、s, si era nio o nia. Mientras, los padres regresaban a su trabajo y distribuan orgullosamente puros entre los compaeros. Al beb lo sacaban y lavaban, le ponan un paal, y lo colocaban aparte, para acostumbrarlo a su nuevo entorno, desprovisto del clido y acogedor contacto de la piel humana. Todas las
48、 cras de las especies animales pasan los primeros das de su vida pegados a sus madres; no ocurre as con el beb humano, o, por lo menos, no en los modernos hospitales de esta era de avanzada tecnologa, en esta ajetreada sociedad en la que el tiempo es dinero y se privilegia la eficacia por encima de
49、los dems valores.As pues, los estadounidenses suelen iniciar su vida en una atmsfera despersonalizada, en una institucin en la que la madre est en una habitacin recuperndose de la anestesia, de una episiotoma* de un parto inducido, mientras el beb respira sus primeras bocanadas de aire en manos de l
50、os cuidadores, que lo llevan rpidamente a una cuna esterilizada. El padre reanuda su trabajo despus de pasarunas horas fuera de la oficina, los abuelos reciben la alegre noticia por telfono y los hermanos esperan en casa a que mam llegue con el nuevo miembro de la familia. Los nios que no participar
51、on en el milagro, lo asocian as a momentos de tensin o de abandono temporal, a una interrupcin de su estilo de vida, y atribuyen al recin llegado el origen de esos cambios desagradables.La vida pronto volver a su cauce si todo va bien, si la madre y el nio gozan de buena salud. Pero qu ocurre en la
52、familia cuando el beb o la madre no estn bien? Cmo se puede preparar a los padres y hermanos para ese hecho?Historia de Laura: decepcin y soledadLaura esperaba su primer hijo. Billy, su marido, no recibi la noticia con alegra. En vez de darle un fuerte abrazo de aprecio y amor, pareca ms bien estar
53、contrariado. Quera progresar en el trabajo, quera desplazarse, viajar, ver mundo. Le pregunt si estaba segura o si slo se le haba retrasado el perodo. Quizs era el cambio de clima, dado que acababan de trasladarse de Nueva York a la Costa Oeste. Laura qued sumida en una depresin: no tena amigos en s
54、u nuevo vecindario y no quera abrumar a su familia con cartas tristes. Finalmente dej su trabajo cuando estaba de siete meses y se qued en su apartamento. Lea, pensaba, se senta muy sola aislada y depri -* Episiotoma: incisin practicada para agrandar el orificio vulvar. (TV. del t.)mida y su relacin
55、 con su marido pareca drsticamente alterada. Billy se ocupaba de ella, muchas veces la llevaba a cenar fuera y era corts y atento, pero faltaba algo: ella quera compartir con l la ilusin por el beb que se mova en su interior. Billy ni siquiera le toc nunca la barriga, no porque no se atreviera, sino
56、 porque pareca desear que ese intruso desapareciese para no tener que compartir la vida con l. Cuando Laura, al palparse la barriga, percibi ligeros movimientos mientos, una lgrima le rod por la mejilla. Desde que se haban mudado de casa slo tena dos personas con quienes hablar: una anciana vecina,
57、que tambin viva sola, y el cartero, que a veces le traa una carta de la familia.Los das pasaban y Laura estaba cada vez ms ilusionada por el beb. El mdico le pregunt si quera hacerse una prueba para saber si sera nio o nia, a lo que ella respondi que prefera que fuese una sorpresa. Quera estar preparada cuando el beb llegase, y ley todos los libros que encontr sobre alumbramiento y cuidados del beb. Pronto tendra un nio y no volvera a estar sola entre esas cuatro paredes! Prepar la cuna, decorada con los colores del arco iris, y empez a mirar jugueteras, muecos de felpa y
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